Eso de amanecer conectada con alguien, y dormirse también en ello, es un ejercicio solo situado en los afectos. Afectos, dispuestos como un lugar que no se extingue desde el momento que se elige estar ahí.
Cuando he amado, no ha sido solo con el cuerpo. Me he quedado como suspendida en un lugar que se acerca más a ese espacio que no se toca, donde se siente resguardo, calor y una sonrisa viene a quedarse colgada de mis labios.
Nada de arrepentimientos.
Solo recuerdos esta mañana gris, en que continúa ahí su nombre, en este deshecho emocional que está siendo el descenlase de los acuerdos que también vinieron a mezclarse en nuestras vidas.
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