Los trayectos en los buses interprovinciales, al menos en Chile,son lugares extraños, particulares, donde - al igual que en los aviones- se tiene la opcion de vomitarle al vecino que te toque al lado, toda tu vida para luego no volver a verlo nunca jamas. Los asientos esos son como divanes terapeuticos, algunos comodos, otros no. de la gente que viaja, muchas son mujeres solas, viudas, mayores que buscan a la victima perfecta: la estudiante de la capital que vive en la provincia y a la que encontraran casi ser la encarnacion de alguna princesa europea.
Otras señoras viajan con el marido mudo al lado, que si no fuera porque llevan una argolla en el dedo, miran como paco, se arreglan el poco pelo que les queda, podria ser que esten o no ahi en el asiento de al lado.
Van tambien en estos buses los niños que siempre mascan algo, llevan dulces en los bolsillos, sorben jugos, juegan con algo electronico entre las manos, llevan un hamster en jaula que corre y corre como ellos mismos, para que en medio de todo estoy gritos, nadie les diga nada.
Y es que la libertad no tiene limites, es mas a mi me da confianza ese estado porque no hay nada mas autentico y nada mas agradable en el mundo que andar por la vida con esa cara que debe ser como la mia y la de pocos... algo similar a una sonrisa.
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