Por estos días la vida es en hostal: rico desayuno, me hacen la cama y el aseo del dormitorio mientras yo salgo a trabajar entregando departamentos y en otras cosas de este verano 2010,curiosas. Nada ilegal ni marginal.
Me siento en un barco.Y no sé si son tantas las ganas de subirme a uno, que todo me huele a barco por tamaño, o es que el mar me tiene tan conmovida todo este año.
Estoy tranquila. Siento que mi vida está en calma en esta altamar. Que he sembrado para cosechar en todo orden de vida y eso me tiene en esta paz de sentir que me merezco todo.Sí, todo.
Por eso es que que muevo en mi silencio entre la opción de terminar la casa en el Valle del Elqui o irme de viaje terminando de trabajar este verano, a Europa. Pero en barco.
Estoy en esas averiguaciones de poder zarpar en uno desde aquí mismo, o desde Valparaíso hasta Buenos Aires y desde ahí a Barcelona directo.
En un crucero sí: algo más interactivo que un barco de carga donde quepo de polizona.Total ¿qué más da? Unos dineros que tengo por ahí considerados, más la moto y el auto que puedo vender...que ¡hasta podría quedarme en vez de volver!
Mi corazón está en paz y el término del verano definirán tantas cosas que aún mastico, entre estas playas llenas de gente y el sol que me ha bronceado generoso por meses...
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